Esta zona arqueológica prehispánica se localizó en la rivera del Rio Lerma, en una zona entre las ciudades actuales de Acámbaro y Tarandacuao, en el estado de Guanajuato.
Este asentamiento tuvo lugar entre 500 a. C. a 300 d. C. Los primeros habitantes de esta zona fueron cazadores-recolectores que vivían lo largo del río y eventualmente desarrollaron conocimientos agrícolas.
Se establecieron en una aldea extendida conformada por chozas construidas sobre plataformas revestidas de piedra y con pisos de lodo. Cultivaban maíz, fríjol y calabaza, aprovechando las márgenes del río Lerma y sus afluentes. Por la existencia de metales y molcajetes de piedra se sabe que molían el maíz, y probablemente sembraron chile y tomates silvestres. También se sabe que practicaron la caza, la pesca y la recolección de productos silvestres.
La cerámica de esta cultura incluye figurillas angulosas con formas geométricas. La cultura Chupícuaro se desarrolló en un amplio territorio, u se definió como estilo o Tradición Chupícuaro, en Guanajuato, Michoacán, Guerrero, Estado de México, Hidalgo, Colima, Nayarit, Querétaro y Zacatecas.
Chupícuaro fue un gran centro alfarero reconocido como uno de los mejores en Mesoamérica por el acabado fino y decoración de las vasijas, las cuales fueron trabajadas con múltiples formas y colores, algunas con dibujos geométricos. Los motivos fueron las deidades, la maternidad, la lactancia, las personas y sus adornos, los animales y los vegetales.
Los habitantes de Chupícuaro practicaron un culto a los muertos caracterizado por sepulcros donde se colocaron cráneos trofeo, puntas de obsidiana, metates y manos de metate, figurillas, orejeras, ornamentos de concha, collares y cuentas, herramientas de hueso e instrumentos musicales.
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